En esta entrada nos hemos propuesto intentar explicaros de la manera más sencilla posible en qué consiste cada proceso, ya sea para haceros más fácil escoger el producto perfecto para las tareas que necesitéis hacer o simplemente para dar un dato curioso la próxima vez que quedes con tus amigos.
Taladrado
Mediante el uso de una broca, el taladrado consiste en crear agujeros cilíndricos en toda clase de materiales como el metal, la madera y el hormigón, para poder, posteriormente, fijarlos a alguna otra superficie o pieza mediante el uso de tornillos, pasadores o pernos. Como ya os hemos mencionado, existen una gran cantidad de brocas, que varían en diseño según el material a taladrar o la máquina que vayamos a usar, incluyendo opciones como el HSS-E o acero rápido (High-Speed Steel en inglés) o el MD o VHM, también conocido como Metal Duro (Vollhartmetall en alemán, que no Very Heavy (o Hard) Metal, como mucha gente piensa), además de variaciones en su forma, longitud, número de filos o diámetro, para que se adapte por completo a la gran cantidad de necesidades que sus usuarios puedan tener.

Fresado
Casi en el otro extremo del mecanizado, tenemos el fresado, que en lugar de crear agujeros para la posterior fijación de los elementos, destaca por su versatilidad para dar forma a superficies planas y crear ranuras o perfiles complejos. Desde la creación de canales para la circulación de elementos fluidos hasta la realización de detalles para piezas de aviones o de material médico, el fresado es quizá el proceso de mecanizado más utilizado, en parte gracias a la gran variedad de aplicaciones que tiene. Para llevar a cabo este proceso se utilizan, principalmente, dos productos, la fresadora y la fresa (ya, lo sabemos, unos nombres bastante obvios), pudiendo ser estas últimas de punta plana, esférica o tórica (principalmente), para adaptarse así a cada tarea específica para la que las vamos a utilizar. De forma similar al taladrado, también existen diferencias en las fresas dependiendo el material en el que las vamos a utilizar, existiendo también fresas de acero rápido o metal duro, entre otros.

Escariado
El escariado, aunque se pueda considerar un complemento para el taladrado, podríamos decir que está más ligado al fresado. Mientras que el mandrinado (del que hablaremos más adelante) trata de ampliar un agujero pre-existente de principio a fin, el escariado se centra en la superficie del agujero para garantizar un acabado de alta calidad y dimensiones precisas. Para este proceso utilizamos las herramientas llamadas escariadores que, de nuevo, se colocan en una máquina que los hace girar para posteriormente ejercer presión sobre el objeto a mecanizar y realizar su trabajo.

Moleteado
¿Estética o funcionalidad? ¡Ambas! El moleteado es un proceso que consiste en agregar texturas o marcas a la superficie de una pieza con el fin de mejorar el agarre, su estética, su identificación y/o su unicidad. A diferencia de todos los métodos anteriores, las moletas, en lugar de tener forma alargada, consisten en cilindros cortos ranurados de un diámetro superior a su largo (o ancho) que gira de manera horizontal en lugar de vertical.

Torneado
De igual forma que el moleteado, el torneado se diferencia de todos los procesos anteriores, ya que, en este caso, en lugar de ser la herramienta la que gira, es el elemento a mecanizar el que lo hace. Es un proceso que se utiliza, principalmente, para generar superficies cilíndricas en los materiales a mecanizar, con el fin de crear ejes y, *ejem*, cilindros. Dentro de él tenemos 3 tipos:
Mandrinado
Pudiendo considerarse, quizá, un complemento al taladrado, esta subdivisión del torneado consiste en refinar y dimensionar agujeros existentes con el fin de ajustar tolerancias y proporcionar una mayor precisión en la fabricación de piezas. La herramienta que se utiliza es el mandril.

Cilindrado
Como su nombre indica, este proceso consiste en mecanizar el contorno de la pieza para convertirla en un cilindro completa o parcialmente. A la herramienta que se utiliza para llevarla a cabo se le llama buril.

Refrentado
En este proceso, las partes de la pieza que pasa por el torno son los extremos, de manera que coja la medida exacta y se consiga así una superficie lateral con las características concretas que debe tener la pieza.

Avellanado
De forma similar al escariado, el avellanado se centra en la superficie del agujero, creando una cavidad cónica en la superficie de la pieza, preparándola para recibir tornillos avellanados, permitiendo un ajuste más seguro y estéticamente agradable. La herramienta concreta que se utiliza para este proceso es, como ya intuiréis a estas alturas de la entrada, el avellanador.

Desbarbado
Aunque no necesariamente sea un proceso únicamente de mecanizado, el desbarbado puede realizarse mediante la rotación de ciertas herramientas sobre el elemento a mecanizar con la intención de eliminar rebabas o bordes afilados para mejorar la seguridad y la estética de las piezas. Mientras que en su variante tradicional para este propósito se utilizan herramientas como limas o cinceles, en su variante “mecanizada” utilizamos -esto empieza a hacerse obvio- desbarbadores.

Tronzado
Este proceso se trata básicamente de cortar una pieza en trozos (o tronzas) más pequeños mediante el uso de tronzadoras o sierras de corte. De igual forma que el taladrado, son operaciones que se realizan de manera temprana en el proceso de fabricación de una pieza, siendo por lo general la primera, para poder así perfeccionar el acabado final del elemento mecanizado mediante otros procesos como el avellanado, el desbarbado o el torneado.

Roscado
Finalizando con las operaciones de mecanizado, nos encontramos con el roscado, un proceso que consiste en la creación de hilos en la superficie interna o externa de una pieza. Este procedimiento es fundamental para facilitar la fijación de tuercas y tornillos, siendo esencial en la fabricación de piezas que requieren un ensamblaje seguro. Para llevar a cabo el roscado, utilizamos herramientas específicas conocidas como machos (en el caso del roscado interno) y terrajas (para el roscado externo). Estas herramientas son únicas en su función y no comparten similitudes con las utilizadas en otros procesos de mecanizado.
En cuanto a las máquinas empleadas, el torno y la fresadora son las principales. El torno se utiliza tanto para el roscado interior como el exterior, permitiendo un amplio rango de aplicaciones. Por otro lado, la fresadora se emplea principalmente en el roscado interior. En este último caso, la herramienta de corte es la que gira, encargándose de crear los hilos en la pieza que permanece fija, diferenciándose así del roscado realizado en el torno, donde es la pieza la que gira mientras que la herramienta avanza.

La elección del proceso de mecanizado adecuado se basa en consideraciones precisas, como la forma final deseada, la precisión requerida y el tipo de material a trabajar. Cada técnica aporta su contribución única al campo del mecanizado, permitiendo la fabricación de piezas con características específicas y cumpliendo con altos estándares de calidad.
Esperamos que tras leer este texto estés un poco más familiarizado/a con los procesos de mecanizado y tengas un poco menos de miedo a la hora de “jugártela” a comprar un avellanador, ya sea porque no sabes que se utiliza para avellanar (...) o porque, simplemente, no sabías lo que era avellanar.